miércoles, agosto 22, 2007

Mi existencia no se vende


Muchas veces he soñado que soy aire, pero más veces aún que ya estoy muerto. Después de ir a la escuela de escritores, el único lugar sobre la tierra que me mantiene vivo y hace que mi historia tenga sentido. Comprobé una vez más que no me interesa pertenecer al mundo cotidiano, nunca más.

Platicando con algunos acerca de lo absurdo que es la realidad, nuestra ciudad y las desigualdades laborales, en el estacionamiento de la escuela, mientras llovía y hacía más frío de lo normal (debido al Huracán que afecta a todo el país), recuerdo que cada día que pasa nos acerca más a la muerte, cada día nos cuesta, nos cuesta caro, cada momento el tiempo nos pasa la factura a nuestro cuerpo, nuestros huesos, a la piel, a nuestros ojos cansados y activos, ataca nuestro cabello, nos afecta todo el cuerpo, cada día morimos un poco o un mucho.

Gastamos vida, dinero y espíritu, no voy a regalar el tiempo de mi existencia sentado en un escritorio durante más de 8 horas diarias, horas dedicadas a alguien más, ni siquiera son para mí, en un lugar que no me gusta, en donde no cambia nada, donde vuelvo a morir. Jamás volveré a trabajar en una oficina, ya lo sabía, sabía que volvería a suceder, siempre es lo mismo. Cada vez que acepto un trabajo de oficina vuelve a pasar, como leyendo el mismo cuento veinte veces, la misma hoja lentamente o escribir el mismo poema durante años, años y años.

Prefiero continuar siendo un soñador, un fragmento de aire, transparente, que nadie me vea ni me escuche, así estoy mejor: soñando. Ilusionandome que puedo escribir algo, lo que sea, un simple verso, platicar con los caracoles azules, hormigas y piedras, caminar hacia donde sea, no quiero una vida "normal", no puedo, nunca más, es la peor de las muertes, la más estúpida, masoquista y aburrida.

Prefiero estar en las calles vendiendo cualquier cosa, trabajar en una librería, en un café. Escribir guiones, teatro, historias, contando buenas historias que me puedan dar de comer, aunque sea una sopa de ilusiones, un pastel de sueños.

El viernes renuncio, con este van 4 trabajos que dejo por la escritura este año, simplemente no puedo estar en una oficina, con cadenas administrativas, presiones burocráticas, no me gusta trabajar con la gente, pedirle permiso a los demás de pensar, de pronunciar discursos, de mover los labios para pensar o cruzar los pies para gritar, no puedo estar con la gente en un sitio de cuatro paredes, más que ser un tipo solitario soy diferente a ellos (no mejor, y tampoco peor), quizás soy poco humano, no soy un tipo "normal", me cansan las reglas, me hartan, me aburren. Quizás sea por eso que no me hallo y nunca volveré a trabajar en una oficina, nunca más.

Foto: La sogem, el único sitio sobre la tierra que salva almas, genera vida.