domingo, noviembre 04, 2007

Olvidar a los muertos es volver a matarlos

Esta frase la escuché hace poco en una estación de radio rebelde, en referencia a los caídos en diversas luchas sociales. La adopté para mi vida personal, para mí los muertos siempre han estado vivos. Todos los muertos viven. Nunca mueren.

Este fin de semana estuve de altar en altar, de ofrenda a ofrenda y de cementerio a cementerios. El martes en la mega ofrenda de la UNAM, el miércoles en San Angel, y el viernes con mi queridisima cotopi a la mega ofrenda del Zócalo. El jueves el mejor de todos los recorridos comenzó. Vamos después de clase al cementerio a ver películas. Dijo Gaby. Vamos!!
Terminamos Gaby, su novio, Carlos y yo disfrutando una de las noches más increíbles y bellas de este año dentro de un cementerio. Después de la proyección de la pelicula, recorrimos el panteón creando un cadaver exisito delicioso, acerca de la leyenda de una niña que rondaba por allí. La luz se fue, los gritos aumentaron. Después conocimos a un poeta y dramaturgo, platicamos un rato con él, le dejamos unos dulces y cigarros sobre su tumba y nos fuimos.

Recorrimos todo tlalpan, tomamos buenas chelas, fumamos mucho. Hablamos de cerdos, de poesía, literatura y de los muertos.

Eran casi la una de la mañana, hay que regresar a Coyoacán. Allí están los coches, hace frío. Llegamos la ciudad estaba dormida, pero nosotros despiertos. Quiero un café. Vamos por café entonces.

Caminamos para encontrar el altar más original y bonito que haya visto en coyoacán, era el de Frida, Diego, Cri-Cri y la familia Burrón. Disfrazaron la fuente de los coyotes en una verdadera obra de arte.

Compramos el café en un Oxxo, y no teníamos para más cigarros. Las dos y media de la mañana sin sueño, sin ganas de regresar a donde tuvieramos que regresar.
Decidimos hablar de poesía, escritores y de los muertos en su día, en la noche, festejarlos por haber pasado por aquí y haber hecho de su existencia una vida diferente, las palabras eran nuestra, el kiosco, la noche, coyoacán, las piedras, el frío y hasta el viento.