jueves, abril 30, 2009

Más influenza menos de tí

Primero, la simulación de una ciudad en combate, me impidió llegar a tiempo hacia ti,
las calles sufrieron una cirugía que dislocó los caminos de tu nombre, donde sabía que estabas y no alcancé a acostumbrarme al asfalto del estrés.
Esta ciudad cerrada, conspiró para no acercarme a tu boca.

Después de miles de horas que me robó el tráfico, algunos semáforos muertos, y magia detenida por manifestantes.
Apareció un ambiente de crisis con sabor a peso devaluado, acompañado con un fuerte olor a desempleo, planearon sentarse en mis pensamientos para no verte.

Y un poco más tarde, el agua no llegó a casa. “Nos vamos a morir si no la cuidamos”, dicen.

(Hay muertes
más dolorosas
y nadie hace nada). Suspira un balazo impune.

La ciudad está infectada, de venganza.
Ahora un nuevo virus me prohíbe estar contigo,
no puedo tocar; ni tus palabras ni tus manos.
Me tapan la boca con un trapo azul y blanco,
me dejan en silencio,
me atan las manos
porque desde hoy mi saliva está condenada.

Las voces en la televisión ordenan no vernos y estar separados.
Esta ciudad nos aleja poco a poco,
rostro a rostro,
polvo a polvo.

Sólo nos quedan los ojos, nuestra única voz.
No sé, si es tu ausencia lo que me duele o me duele más ser presa de esta ciudad.