viernes, febrero 22, 2008

Suele pasar

Y cuando despertó, el demonio, los hongos y las alicias seguían junto a él.

lunes, febrero 04, 2008

Dulce decadencia


Sentado sobre la nostalgia verde creo la única luz de la habitación a través del humo que corre por la boca.
Los cigarros señalan con su vista el último sushi de una pareja que esta vez esta puesto para uno.
El vino es agrio, de las dos copas sólo queda una vacía como el espacio y otra sucia sin sabor en mis labios.
La película favorita de unos enamorados se proyecta hacia ninguna parte, sólo quizás para las paredes solitarias de una habitación desecha.
El silencio amenaza con olvidar las lecturas desnudas de neruda y blake antes de dormir. Jugar con la noche a que nos enamoramos, a esconder los deseos en una curvatura de látex, sin bailes, sin mordidas en el cuello, sin labios agitados.
Borges ya no nos visita en el cuarto, Cortázar parece haberse marchado, Kafka ya no ladra, y Sor Juana sospecho que huyó pues no la escucho.
Benedetti no me salva, y Kundera cerró sus páginas ya. No te enamores, no convengo a la noche, sólo soy humo y un juguete mediocre.
Yann Tiersen me sangra poco a poco las pupilas verdes para obligarme a llorar, por una Amelié que se fue a la lluvia, o un Lennin que no supo controlar su imperio.
El piano no se escucha en la luna, las estrellas bajaron para irse y no contemplarse jamás.
Ya no hay vestuario invisible nocturno dentro de las cobijas, hay una barranca, un peligro, un recuerdo, la esperanza de estar juntos creyendo en una leyenda contada por una alicia y siete dioses.